A menudo, cuando se habla de delegar, tenemos la sensación de que estamos pensando en cierta medida, desde lo más profundo, en descuidar algo...
¿Cómo acertar acerca de lo que debemos y no debemos dejar de hacer, no para que se quede sin hacer...sino para poder hacer nosotros otras cosas?
A menudo hablamos de la diferencia entre lo urgente y lo importante,y la sabemos, pero qué riesgo conlleva el hecho de que lo importante, normalmente, puede esperar...aunque sus consecuencias, no lo hagan...
El día tiene sus horas y aunque no las tuviera, nuestras energías son limitadas, aunque seamos muy capaces.
Pero a donde quiero llevarles, es al hecho de que delegando, les damos a los que están a nuestro alrededor la posibilidad de superarse, de motivarse y de sacar a flote sus mejores versiones de ellos mismos.
¿Pero qué ocurre que cuesta TANTO...?
Podemos pensar en ciertos momentos -porque entre otras cosas sea cierto- que como nosotros realizamos ciertas tareas, con ese mimo y puesta en marcha de todas nuestras capacidades, va a ser díficil que otros lo hagan. Fíjemonos más en las capacidades de los que tenemos a nuestro alrededor, que como nosotros, evolucionan...cambiemos "etiquetas".
En otros, simplemente, tardamos menos en hacerlo nosotros, que en explicarles a otros lo que queremos hacer y el cómo, el cuándo, etc. Invirtamos en ser más eficaces y felices.
A menudo, nos encontramos con que es debido a inercias que se implantan con firmeza porque no olvidemos que el hombre es un animalillo de costumbres.
Algunas otras, es porque esa tarea que podíamos delegar, reconozcámoslo...es que nos encanta hacerla!!
Estoy convencida que hay una parcela de la Innovación que va unida a lo cotidiano, y que de pequeñas innovaciones, se ponen en marcha mejoras sustanciales en el corto y largo plazo.
Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto?
Personalmente creo que una forma de ayudar-nos, es dejar un espacio para la reflexión a diario, esos raticos que según nuestros propios bioritmos, sabemos que son los más lúcidos, para que nada nos distraiga, y tomar alguna herramienta de escritura que nos ayude a concentrarnos. Anotar las parcelas en las que nos estamos sintiendo desbordados y como un gráfico, empezar a pensar aquellas cosas que, primero, podemos dejar simplemente de hacerlas, porque el valor que aportan ya es dudoso..., y esas otras que podemos encomendar a otras personas.
Habría que hacer otro diagrama - redondito lo hago yo- , en el que incluiríamos nuevas tareas que queremos abordar -o que otros quieren que acometamos- porque es probable que tengamos que poner en marcha, la asignatura permanente de aprender a decir que NO.
En esos espacios de reflexión, podremos también, hacer más caso a esa parcela de la inteligencia que es la intuición.
Comentemos con humildad, con las personas adecuadas, -porque a veces se piensa muy bien en alto- nuestras dudas o solicitemos para temas más complejos, la opinión de expertos de nuestra confianza.
Creo que este mes de Septiembre, es un buen mes, para comenzar definiendo objetivos, y las tareas que implica su consecución. El escribirlas, nos ayudará -pruébenlo- a ir adjudicándolas a otras personas, porque todos estamos en la familia de los "humanoides", y los grandes esfuerzos sostenidos...pasan su factura de forma muy diversa.
Al delegar, no estoy pensando solo en directivos que tengan a su cargo muchas personas, sino en todos, porque una pequeña innovación como puede ser, darles una mayor responsabilidad a nuestros hijos, puede tener una repercusión nada proporcional al esfuerzo, mucho mayor, en nuestra vida cotidiana, y en ella, "habita" nuestro bienestar y nuestro trabajo.
Hay personas a las que las música, según de qué tipo, les distrae en demasía; para aquellos a los que la música clásica no lo hace, sino que les ayuda a inspirarse, les dejo una maravillosa, Samuel Barber, Adagio for Strings, pasen y escuchen:
Cristina Ordóñez
Septiembre 2012
